27 abril 2011

PERSONAS

Nuestra manera de pensar se ladea hacia nuestro lado emocional. Siempre. Por eso nos gustan tanto los programas de televisión en los que la gente se pelea, llora, y ríe sin casi contactar con el espectador, sin hacer un vinculo con él. Con ello, con evadimos de la realidad, pero también nos hace ver que hay personas que "salen por la tele" que también tienen sentimientos, aunque sean completamente ficticios y pactados, la gente conecta con ellos, no así ellos con la gente. Pienso que en eso, ganan los libros por goleada. El autor de un libro busca conectar con el lector, que los sentimientos que posee el protagonista de la historia sean sentidos por el lector y que sea capaz de llegar a su alma y hacer que los sufra o los disfrute. Que si el protagonista llora, nosotros lloremos con él, pero que si el protagonista es feliz, nosotros sonriamos de manera estúpida delante de esas hojas de papel.


Algunos de mis libros, mis favoritos, tienen lágrimas marcadas en sus hojas. Lágrimas mías, por supuesto, que cayeron cuando el protagonista de el libro también lloraba. Son lágrimas reales, solitarias, sinceras y silenciosas que recorrieron mis mejillas hasta llegar al libro, donde permanecerán durante mucho tiempo. Y esos libros son los que de verdad merecen la pena, los que cuando los acabas, tienes ganas de que siga. Los que no te importa dejar de estar con las personas a las que quieres por leerlos y sentirlos. O los que te hacen recordar a personas que quieres y por ello te hacen llorar. Es un arte muy bonito... Envidio de una manera sobrehumana a las personas que tienen esa excelente cualidad de llegar a los corazones de la gente. Y lo siento mucho, pero los programas de televisión no poseen esa cualidad. 


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